“CARMEN ROS SELVA”

“...estando allí entraron una noche, a dieciséis monjitas, todas muy jovencitas, les tuvimos que dejar ropa porque no tenían, colchonetas, mantas para que se abrigaran... Y al día siguiente cuando nos levantamos, habían desaparecido, se las habían llevado a matar

Carmen, formaba parte de la aristocracia Valenciana y sufrió el control que la España Republicana hizo sobre esta clase social en tiempo de guerra. La mayor parte de los hechos que narra se desarrollan en Valencia. Por ser una mujer que vive más de la mitad de su vida en Villena  hemos considerado que podría entrar dentro del enfoque de nuestro trabajo.

ENTREVISTA

A mi hermano lo cogieron y se lo llevaron. Voy a empezar por eso. Se iba al cuartel , venía a casa, lo cogieron y se lo llevaron. ¿Cómo se llama esa plaza?... No me acuerdo. La del Picadero, allí lo detuvieron. De momento no supimos nada de él, hasta que ...

Empiezo con eso, con que a mi hermano lo detuvieron cuando venía a vernos del cuartel a mi casa Y lo cogieron en la plaza esa. ¿Cómo se llama? No me acuerdo. La plaza del Picadero. Lo cogieron y lo metieron en la cárcel. De momento no sabíamos nada de él, hasta que ya alguien y pudo decirnos que estaba en la cárcel. Mi hermano Rafael en vista de que no se levantaba se vino a casa  y en casa vinieron a por él y se lo llevaron a la cárcel. Los dos en la cárcel, uno primero y el otro después. Después vinieron unas a buscar a mi hermana Mª Isabel. Vinieron preguntando: -¿Sabe dónde está Mª Isabel?. Mi hermana le preguntó: -¿Será mi hermana la mayor? Será la mayor la que buscan. Dice: -Pues sí, eso es, la mayor. Eran unos milicianos. Entonces dice: -Pues soy yo. -Venimos para detenerla. –Pues espérese, le dijo, que vaya a despedirme de mi padre. Se metió al cuarto donde estaba mi padre y dijo: -Mira papá que vienen a detenerme. Sale mi padre y les dice: -¿Tienen orden de detención?. Dicen: -No, no la traemos. –Pues entonces no se la pueden llevar. Sin orden entonces no se podían llevar a nadie. –Ah,  pues nada, nos vamos ahora a por la orden, pues ¡salud!. Y mi padre: -¡Adiós!. Ellos: -Salud. Y mi padre: -¡Adiós!.Aquellos: -¡Salud!. Mi padre: -¡Adiós!. –Ese adiós le va a costar caro, le  contestaron. Y cuando volvieron, volvieron con la orden de detención. Entonces mi hermana Pilar dijo: -“Vamonos”. Y yo en vez de decir: -Yo no soy la mayor, me dije: -Pues si vámonos. Me marché con ellos, donde vayan ellas, voy yo. Así por lo menos sé donde están. Nos llevaron a Gobierno Civil. ¡Allí pasamos un susto!, porque cada dos por tres iba la Columna de Hierro y hacía una redada de unos cuantos, se los llevaban y los mataban GUERRA. Estuvimos allí. Primero le tomaron declaración a mi padre, se lo llevaron y ya no lo vimos. Después llamaron a mi hermana Pilar, se la llevaron. Me quedé allí sola, no sabía que iba a pasar conmigo y no sabía que sería de ellos. Luego me llamaron a mí y me dijeron que bajara con ellos. Bajé a los sótanos de Gobierno Civil (en Valencia) y allí estaban recogiéndolos a todos. Suponíamos que para llevárselos  a la cárcel pero no sabíamos a dónde porque lo mismo los llevaban a matar. Entonces yo oí toser a mi padre que lo habían metido en una celda para esperar a llevárselo. Y ya salió mi padre y nos fuimos a la cárcel. En el coche celular había un señor que era un sacerdote y dice mi padre: -Este señor es sacerdote, os podéis poner al lao de él y confesarosIGLESIA. -¡Ah pues muy bien!, digo yo. Así es que yo me confesé en el coche celular. Me puse al lado de el señor y, me confesé.
Bueno, nos llevaron primero a nosotras a la cárcel de mujeres y a ellos se los llevaron pero no sabíamos si los habían llevado a la cárcel o los habían llevado a matar, no sabíamos nada. Estuvimos incomunicadas lo menos una semana sin poder hablar con nadie,  y a una chica que estaba allí que tenía a un hermano en la cárcel, cuando fueron a hablar con ella les dijo: -Preguntar en la cárcel a ver si hay un señor mayor. Efectivamente, les preguntaron, y les dijeron que sí, que estaba allí. Nos quedamos tranquilas. Allí en la cárcel comíamos “lo que comíamos”. Cuando fuimos allí, oíamos muchos perros porque estaba la perrera al lado y de pronto ya no oíamos ni un perro.  Digo: -Ya nos hemos comido todos los perros, nos sacaban unas patatas con caldo de esas que dicen en el chiste: -¿Dónde está a carne? Debajo de esa “patatica”. Pues eso nos pasaba. Yo les servía los platos a todas las señoras que le traían comida de sus casas. A mí, como yo no tenía dinero en mi casa, lo poco que había lo guardaban para llevarle comida a mi padre y comer mis dos hermanas que se quedaron allí, la otra que era mayor que yo y la que era más pequeña que yo que se quedaron en casa. Ellas iban a ver a mi padre y le llevaban la comida y luego iban a vernos a nosotras pero nosotras comíamos del rancho nada más. Ahora, yo salí de allí más gorda que entré. Yo era la que servía los platos en la mesa, los llenaba y yo les ponía  a las señoras su comida. A las que les llevaban, yo les servia todo, y luego me lo comía yo, lo que fuera.

TERESA:- ¿Cuánto tiempo estuviste en la cárcel?

ABUELA.- Nos metieron el día ocho de Septiembre y estuvimos hasta  Febrero, mi padre hasta Abril. A él le tomaron declaración a nosotras, bueno se olvidaron de que nosotras estábamos allí. Empezaron a tomar declaraciones, llamaron a muchas señoras que estaban allí después que nosotras y a nosotras no nos llamaban nadie y una señora les dice al tribunal que tomaban declaración: -Aquí hay unas chicas que no las llama nadie. Dice: -¿Quiénes son?. Les dio nuestro nombre. Entonces se ve que por lo visto no sabían que estábamos en la cárcel. Yo creo que en la cárcel nos debieron de meter porque iban a por María Isabel (otra hermana suya). Algún pretendiente que tendría, algún amigo de esos raros, sabes tú que los hermanos tienen amigos de todas las clases, por lo visto, tenía un hermano así que era “rojito” y si le dijo “algo”, y mi hermana no le hizo caso, dijo: -Si, pues ahora me las vas a pagar. Pero a ese se lo debieron llevar al frente y lo debieron matar. ¿Sabes? Por eso se olvidaron de nosotras. Estábamos, porque nos había metido ese señor. Por eso, porque iba a por María Isabel, lo que pasa es que Pilar no quería que se fuera María Isabel, quería irse ella y dijo: -Será la mayor. ¡A pues si, será la mayor!.

TERESA:-¿Y por qué tu y no tu hermana?

ABUELA:- Porque ella no quería que nos quedáramos las dos pequeñas en casa, y entonces Pilar dijo: -Carmen “vamonos”. Que yo salí a despedirlas. Le dijo a María Isabel: -Tu no salgas porque si tú sales “se te llevaran”. Y no salió. Yo en vez de decir, yo no soy la mayor, yo dije: - Yo me voy donde ellas vayan porque así sé donde están, me quedaba más tranquila.

TERESA:- ¿Cuántos años tenías?

ABUELA:- Yo tenía dieciocho años, mi hermana veintiocho. Luego pasé el tiempo de guerra. Cuando salí de la cárcel, no teníamos nada y tuvimos que trabajar. Hicimos bolsas de pita, cinturones de cordoncillos y mi hermana Pilar era la que los iba a vender TRABAJO Ella iba a las tiendas y lo vendía y, como entonces en las tiendas no había nada porque no entraba nada y no salía nada, pues lo que había lo compraban y muy bien. Con eso fuimos comiendo. Por cierto que un día, resulta que bajo de casa  oíamos cantar a un gallo. Ese gallo nos lo tenemos que comer nosotras por lo que les hicimos proposiciones a los dueños del gallo: -¿Quieren estas botas? Unas botas que tenía mi padre que estaban sin estrenar. ¿Quieren estas botas y nos dan el gallo? Nos dieron el pavo y nos comimos el gallo.

TERESA:- ¿Vivíais en el campo?

ABUELA:- No, no, vivíamos en mi casa, que era una casa antigua y él vivía en la planta baja y en la ventana tenía el gallo y yo lo oía desde mi casa. Y al final nos lo comimos. Un día decíamos: -Hoy nos hemos comido los cordones. Otro día:- Hoy los “ojetes” y así. Lo repartíamos el gallo y nos lo comimos ANÉCDOTA HAMBRE Por cierto que a mi me gustaba tan poco guisar que en tiempo de guerra guisábamos cada semana una, y la semana que me tocaba a mi yo protestaba: -¡Ahora a la cocina!. Todas estaban “charrando”,  iban visitas, estaban hablando y yo metida en la cocina. Un día echo el arroz en el “pucherete”, teníamos unos hornillos de esos de gasoil VIDA COTIDIANA ANÉCDOTA, no sé como se llaman. Puse allí la olla para guisar, eche el arroz, vino una prima mía, estaban en la puerta despidiéndose y, yo salí a ver lo que decían. Se despide y cuando entro a la cocina estaba el armario donde había puesto la olla, ardiendo todo. ¡Madre mía! Cogimos macetas de la galería para echar tierra y apagar el fuego, agua… se armó allí un zipi-zape…Y yo digo:- ¡Adiós! Pues nos hemos quedado sin comer, porque sólo había el arroz. Un arroz “caldosito” y cuando abro la olla y pruebo el arroz. ¡Estaba delicioso! Comimos estupendamente.

TERESA.- ¿Cuándo viniste a Villena?

ABUELA:- A Villena vinimos cuando acaba la guerra. Aquí en Villena nos habían robado todas la fincas,  en Valencia nos habían robado todas las casas, nos habían entrado a casa y nos habían quitado cosas de casa.. una gramola que teníamos, discos..POSGUERRAA Villena veníamos en verano, a la casa Conejo PARAJE DE VILLENA.  Todavía no habíamos hecho el reparto, aún no nos había tocado, vivía mi padre. Antes de morir mi padre hizo la división y le tocó a María Isabel la casa esa ( la casa El Conejo) a  mí me tocó La Ventica PARAJE DE VILLENA.

TERESA:- Cuéntame lo de cuando eras pequeña que se murió tu madre…

ABUELA.-Yo de cuando era pequeña no tengo muchos recuerdos, tiene más la tía Tere. Cuando mi madre murió tenía yo once años, pero como no me resultaba muy agradable la niñez, no lo sé, no guardo muchos recuerdos. Jugaba con la tía Teresa y, cuando murió mi madre no salíamos de casa para nada. Jugábamos las dos en la galería, teníamos una galería muy grande, salíamos allí, nos compraron una cocinita de esas para ponerle carbón o lo que fuera y guisábamos las dos. Nos hacíamos la comidita, jugábamos a las casitas. No salíamos.

TERESA:- Hasta el colegio.

ABUELA: -No fuimos al colegio. A nosotras nos enseñaban en casa, nos enseñaban mis hermanas. Fuimos a un colegio de Tersianas que no iban con uniforme que vivían cerca de casa y pusieron allí una academia, un colegio. Fuimos un año, que yo muchas veces, estaba muy apocada, estabamos con vergüenza porque como no salíamos, no veíamos a nadie nunca, pues teníamos vergüenza. Cuando estabamos allí, a veces preguntaban cosas que yo me las sabía pero por vergüenza, no las contestaba, no me atrevía. Decía: -¿Y si me equívoco y se ríen de mí? Sólo fuimos un año. Yo sé, lo que dice mi marido: -Tu tienes inteligencia natural. Después ya he leído mucho, ya he hablado con la gente, he visto que la gente no es tan… Al principio como yo no salía de casa tenía como miedo. Cuando me dijeron que íbamos a Madrid a casa de Luisa que  mi padre siempre estaba: -Como Luisa es tan lista, tan instruida…Y yo cuando iba a casa de Luisa iba con miedo. ¡Y cuando fui a casa de Luisa y vi lo “tontucia” que era!. Era muy instruida, eso si que es verdad, pero hablaba tonterías. Yo decía: -Yo soy más lista que ella. Cuando vi como hablaba la gente, perdí por completo el miedo y la vergüenza.

TERESA:- ¿Su marido estuvo en la cárcel

ABUELA:- Mi marido estuvo en la cárcel con “los rojos y con los blancos”. Con los rojos estuvo en la cárcel porque un amigo suyo que estaba en el frente, le mandaba cartas y cosas, con contraseñas y todas esas cosas, a su novia a través de él, para no comprometer a ella. Total que le cogieron las cartas y lo metieron a la cárcel, por las cartas de la novia de su amigo. Luego fue su cuñado Pín que era comunista, y la tía Presen también era comunista y lo sacaron ellos de la cárcel. Pero después de guerra también estuvo, porque él en la guerra no había disparado un tiro. Lo llamaron para que se fuera al frente y nada, se tuvo que ir. Allí le dieron la vestimenta y le dieron una pistola y, mi marido la devolvió: -¿Yo para que quiero una pistola? Se fue allí en plan de médico, ¡como estaba estudiando medicina!, le faltaba un año. La acaba dos veces, por cierto, una vez se examinó con los rojos y otra vez con los blancos. Cuando acabó la guerra se tuvo que volver a examinar porque no le sirvió el examen anterior. Y luego cuando nos casamos, estábamos en Valencia LUGAR con cuatro hijos. Vivíamos en Maestro Aguilar, y allí no era sitio para poner una consulta TRABAJO. No tenía aquello buena facha para poner una clínica. Entonces yo le dije: -¿Por que no nos vamos a Villena que allí no hay oculista? Había un oculista que venía a Villena dos tardes a la semana, solamente. Entonces vendió un bancalito que tenía él por La Alboraya para resistir el tiempo que estuviéramos aquí sin trabajar. Vinimos aquí y efectivamente, al principio se desesperaba. Pusimos un anuncio en el cine, Plaza de Santiago oculista tal, y empezaron a venir (vivían en la casa que actualmente tiene la Junta Central de Fiestas: “Casa del Festero” ). El primero en venir fue, este, Salvador Castelo, el primer enfermo que tuvo. Y después aquí nacieron mis otros hijos. No, aquí nació sólo Juan, cuando iban a nacer me iba a Valencia MUJER PARTOS.

TERESA.- El tiempo desde que se acaba la guerra hasta que conoces al abuelo…

ABUELA.- Nos íbamos a la sala de armas, los militares tenían una sala de armas donde se reunían, íbamos allí por la tarde a bailar, después nos íbamos a la piscina DIVERSIONES por las mañanas…y nada...Yo tuve otro novio antes de mi marido. Era marino de guerra, estaba estudiando, era cadete, no era marino todavía. Como estaba lejos al final, nada. Después me hice novia de mi marido, lo vi y me gustó, lo conocí en una tasca. Él nos conocía a nosotros. Nos conoció por lo visto en casa de Santiago Colomer PERSONA, yo iba mucho allí. Tenía a una chica de mi edad y, una tarde  de domingo que no sabíamos que hacer, íbamos por la calle, pasa un tranvía, que entonces pasaban tranvías y pasan unos en el tranvía y nos hacen señas como para saber adónde íbamos y dice mi amiga: -¿Quieres que nos vayamos allí donde van ellos? Pues “vamonos”. Fuimos allí a la tasca esa que me parece que se llama, Los Candiles, algo así. Lo vi tan correcto, tan fino,... en seguida, me acercó la silla. Primero me fijé en eso y luego en él físicamente, y claro me gustó más, ¡como era tan guapo!.  Empezamos a quedar, a salir, pero un día me enfadé con él. Resulta que salió con otra chica, porque su familia, siempre le estaban recomendando esa chica, que era de muy buena familia y que le decían que a él, la que le convenía, era esa otra, que era hija del Varón de San Petrillo. A ella le gustaba él, pero a él nada, no le gustaba.  Un día esta chica lo llamó para quedar con él, para salir. Él se vio comprometido y salió con ella. Yo lo estaba esperando y no vino ¡y me enfadé con él!. A él no le gustaba y se casó conmigo RELACIÓN ENTRE LAS PERSONAS. Era hija de título, como yo, era muy buena chica pero más “feica”, muy simpática eso sí.

TERESA.- Cuéntame lo de tus hermanos.

ABUELA:- ¡Ah! Es que eso no te lo he contado. A mis hermanos los sacaron para matar.  Primero se llevaron al mayor, a Enrique porque no estaban juntos en una celda y al pasar por la celda donde estaba Rafael, le dijo:- Rafael me llevan a matar, he perdonado a los que me llevan, diles a nuestra familia que los perdonen también. Se los llevaban  a la carretera y les pegaban un tiro, y ya está. Y después de eso, sacaron a Rafael y lo llevaron a matar también FUSILAMIENTO. Mas tarde metieron a mi padre en la cárcel. Eso fue la salvación de mi padre, porque al estar allí, le hablaron de ellos y tuvo que hablar con gente. Él no quería ver a nadie, ni hablar con nadie. Cuando se enteró de lo mis hermanos, se encerró en mi casa, en una habitación y yo me sentaba allí con él para hacerle compañía.  Me estaba allí callada, al lado suyo, pero estaba con él para que no estuviera sólo. Se quedó muy deprimido, claro, le habían matado a dos hijos en quince o diecinueve días. Uno con veintitrés años y el otro con veintiséis. Ya con la carrera terminada, estaban haciendo oposiciones, uno para juez, y el otro para diplomático. Luego a mi padre cuando nos tomaron declaración a nosotras, en el mes de Abril, él todo el tiempo que estuvo en la cárcel no se cortó ni el pelo, ni la barba y cuando iba a la audiencia a declarar le decían: -Ahora viene el peregrino. No se quiso cortar el pelo ni la barba.

TERESA.- ¿Allí teníais un patio para salir?

ABUELA:- Allí teníamos un patio donde dábamos vueltas. Era grande y, estábamos por allí, sentadas o paseando.

TERESA:- ¿Con uniforme?

ABUELA:- No, cada una iba con su ropa. Resulta que sólo teníamos un abrigo y se lo quedó la tía Teresa para poder venir de mi casa a la cárcel, ¡como era invierno! Yo estaba allí sin abrigo. Yo no tenía frío. Dormíamos en el suelo, en una habitación larga que habían camas allí, camas allá y, en el medio, colchonetas CÁRCEL. Yo todo el tiempo dormí en una colchoneta con una amiga, de eso que le tienes que decir: -Cuando des la vuelta, avísame para darme yo también.

TERESA: -¿Y allí un día como era?

ABUELA: -Allí cada una hacía lo que quería, hacían muñequitas, hacían rosarios con hilo…. pero nosotras no sabíamos hacer nada. Porque como supieras hacer algo, en seguida te decían:- Me vas hacer una para mandársela a mi hija o mi nieta CÁRCEL. Nosotras no sabíamos hacer nada éramos ¡inútiles totales! Como aquí demuestres que sabes hacer algo, ya te has caído. ¡Ni hablar!

TERESA: -¿ Os dejaban leer o lo que quisierais hacer?

ABUELA: -No, allí no teníamos nada para leer. No hacíamos nada, ya ni me acuerdo.

TERESA: -¿Quién os cuidaba?

ABUELA: -No, no nos cuidaba nadie. Había una “matildona” que le llamábamos nosotras. Estaba el director y una matrona que le llamábamos nosotras “matildona”, que era muy antipática. Estaban las presas comunes que cuando entramos una de ellas empezó a insultar a no sé quien, y le dijo una: - No tienes por que insultarla porque estas están aquí pero no han hecho nada, pero nosotras estamos aquí con razón. Ellas las han cogido por la guerra. Y estando allí entraron una noche, a dieciséis monjitas, todas muy jovencitas, les tuvimos que dejar ropa porque no tenían, colchonetas, mantas para que se abrigaran. Y al día siguiente cuando nos levantamos, habían desaparecido, se las habían llevado a matar, ¡les habían dado la libertad! Las habían matado FUSILAMIENTO CÁRCEL.

TERESA:- ¿Mataron a gente cuando tu estabas allí?

ABUELA: -El día que entramos nosotras, la víspera, habían matado a la hija del Varón de Castellville PERSONA FUSILAMIENTO, a la que había ido a la boda de Don Juan, vestida de labradora, de valenciana, con mi hermano. Ella había ido de labradora. Cuando se casó Don Juan, el padre del rey, fueron de España varias parejas una de cada sitio, con los  trajes regionales, las andaluzas de andaluzas, las valencianas de valencianas. A mi hermano Rafael le llamaron allí el cardinali porque llevaba el traje de lujo, de valenciano, ¡ pero el de lujo!: los pantalones morados de raso, con una chaquetilla morada, una capa morada y un gorrete con una borla morado también. Por eso le llamaban el cardinali. Perecía un cardenal. A esa mujer la mataron un día antes de entrar nosotras.  Así es que dijimos: -¡Ahora nos toca a nosotras!  Y a las hermanas Chavas, que hay una calle en Valencia, calle Hermanas Chavás dedicada a ellas. Pues a esas mujeres las sacaron y las mataron, la víspera de entrar nosotras FUSILAMIENTO. De manera que nosotras pensábamos que nos matarían a  nosotras también. Se conoce que se olvidaron que estábamos allí, tuvimos suerte. Debió ser eso, que algún amigo de mi hermano, de esos “raros” que se sintió ofendido de que mi hermana no le hizo caso, sin darse ella cuenta, algo así debió pasar, y se ve que él dijo: -Me las vas a pagar. Cuando empezó la guerra mandó a dos milicianos a que la detuvieran. Iban a por María Isabel.

TERESA:- ¿Fue nada más empezar la guerra?

ABUELA:- La guerra empezó en Julio y fueron a por nosotros en Octubre. A mis hermanos los mataron a uno el dieciséis de Agosto y al otro el nueve de Septiembre. Luego cuando acabó la guerra nos llevaron de la Cruz Roja, botes de leche condensada, “nescafés” y nosotras hacíamos unos “pucherazos” para la gente que salía de las cárceles que no tenían ni comida, ni nada. Venían allí a casa y les dábamos café con leche a todos POSGUERRA.

TERESA:- ¿Cómo si fuera un hospital?

ABUELA:- Una especie de socorro. Una que sacaron de la cárcel que por eso mi hermana tiene tanta amistad con Cristina Alonso PERSONA de una que pintaba, Trini Morcillo PERSONA. Estaba con nosotras en la cárcel y como  Cristina  iba a ver a su madre y mi hermana Tere, iba a vernos a nosotras, allí se conocieron. Ellas, después de la guerra se vinieron a casa y estuvieron allí una temporada. No tenían adonde ir.

TERESA:-Mi abuela también me lo cuenta que la gente iba a casa de otra gente.

ABUELA.-Y en tiempo de guerra, los que vinieron a casa,  eran los... estos cuando empezó la revolución, hasta que nos detuvieron... no, antes se fueron, el secretario de Ortega y Gasset.

TERESA:- ¿Del filosofo?

ABUELA.- No, era uno que era político, Ortega o Gasset, algo así. El secretario de él, lo tuvimos refugiado en casa. Vinieron, que teníamos que tener refugiados y vinieron ellos. Nosotros llevábamos mucho cuidado. Decíamos misa en casa, venía un sacerdote, decía misa y nos daba la comunión y nos dejaba allí el Santísimo. Lo dejábamos en una cómoda grande que teníamos allí, lo guardábamos al Santísimo, todo el tiempo que estuvimos allí, lo tuvimos. Estos se dieron cuenta porque el sacerdote se creía que no, pero tenía un aspecto de cura, que no engañaba a nadie. Ellos se dieron cuenta pero no dijeron nada. Nos metíamos en una habitación donde ellos no entraban, ellos tenían su sitio y nosotros el nuestro. ¡Como la casa era muy grande!. Venía el sacerdote, decía misa nos daba la comunión y los demás días comulgábamos nosotros. Yo cogía  la forma y me la tomaba. Cuando habían bombardeos yo me ponía al lado de la cómoda y decía:- ¡Señor lo que sea de ti, que sea de mi! No bajé nunca a un refugio, hubieron varios bombardeos allí y yo  siempre me quedaba al lado de la cómoda del Santísimo, tranquila GUERRA IGLESIA IGLESIA.

TERESA:-¿Y no os robaron nada?

ABUELA.- Si, fueron un día a registrar, pero quitar, no nos quitaron nada. Las fincas se incautaron pero el dinero lo teníamos en el banco. El poco dinero que quedaba con el que subsistimos hasta que nos pusimos a trabajar. Por eso no nos llevaban comida a la cárcel, tenían que comer ellas y mi padre, ¡bastante hacían!. Nosotros no quitamos los santos, las alhajas las escondimos, y entra uno y dice:- Este es el Corazón de Jesús, lo tiramos. Y le dice el otro:- Pero chico no lo tires, a ti no te gusta tener cosas, pues a esta señora le gusta tener a este. No lo tiraron. Estaba en una vitrina, dentro estaba la Sagrada Familia, el Niño Jesús, Santa Ana… No nos cogieron nada GUERRA.

TERESA.- ¿En la cárcel rezabais?

ABUELA:- Claro, como nos hicimos nosotras los rosarios, íbamos por parejas rezando el rosario.

TRESA:- ¿Pero no iban los curas?

ABUELA .- ¡Que iban a ir los curas! Los mataban. Eso,  lo de ir el cura a mi casa era en guerra. Se ha pasado muy mal porque eso de que te mataran a tu hijo, luego a otro hijo... Que se llevaran a tu padre, no saber si lo habían matado o no, no tener noticias de él, hasta que te enteras lo pasas mal SENTIMIENTO.